enero 31, 2011

Crónica sobre Iván

A simple vista mi familia podría verse como cualquier otra: papá, mamá, hermanos... muchos hermanos. Pero si se fijan verán que no es común, pues además de nosotros nueve, cuatro cuñados, siete sobrinos, un fantasma, dos angelitos, un gato, dos perros, dos o tres eternos visitantes, algunos vecinos y los consabidos novios y amigos, tenemos a Iván.

¿Y quién es Iván?... Pues no sé, no lo conozco y nadie que yo sepa sabe quién es. No sabemos su edad, tamaño, complexión, color, ni su dirección. Sólo sabemos que se llama Iván... Iván Pedrero.

Llegó a casa a través del teléfono y aquí se ha quedado a comer y a vivir desde hace 15 años.

Todo comenzó con una simple llamada telefónica: "Bueno, ¿está Iván?" Y no, claro que no estaba... pero desde ese momento se quedó y se convirtió en alguien más de la casa.

Las primeras veces que llamaban preguntando por él contestamos con tranquilidad y educación. Pero después de tres meses de telefonemas diarios, todos realizados durante la hora de la comida, acabamos fastidiados y enojados.

-Bueno, ¿está Iván?
-¡No, aquí no es! ¡Dígale a Iván que si no quiere hablar con alguien que no dé éste teléfono!
Y colgábamos furiosos.

Pero como suele suceder en una familia grande (tal vez en las chicas también, pero eso no lo sé con precisión), nunca falta algún ingenioso o algún comediante.

Por eso a los ocho o diez meses de aquella primera llamada, cada vez que alguien preguntaba por él, nosotros respondíamos con frases como: "no está, se fue a jugar tenis con Stefan o con John (Edberg y McEnroe)" -en aquellos tiempos de Lendl, claro- o "No, pero díganle que tenemos varios recados para él, que se comunique con nosotros, al fin que ya sabe nuestro número telefónico", o solicitábamos "Aquí no vive pero cuando lo veas dile que venga por su recibo telefónico".

Cada año que pasa, con cada telefonema que llega Iván consolida su presencia en esta familia. Pero no crean, aunque nunca lo hallamos visto o escuchado su voz, crremos tener una idea muy precisa de cómo es.

Sabemos que es joven por las miles de llamadas de muchachos (hombres y mujeres) que lo buscan; creemos que debe ser muy guapo o al menos atractivo, porque la mayoría de las veces son chicas las que le llaman.

También suponemos que es de clase acomodada, por los recados que dejan sus amigos: "Dígale que lo espero en el club", "llamaba para ver si va con nosotros a la disco fulanita", o simplemente "quería saber si ya regresó de Miami"".

Por lo demás, no sabemos más.

Pero a pesar de que en los últimos 15 años siempre ha estado con nosotros a la hora de la comida, y ocasionalmente también por las tardes, la identidad de Iván Pedrero siempre será un misterio.

Siempre... a menos que un día a la mitad de un bocado, el teléfono suene y en lugar del ya tan conocido "Bueno, ¿está Iván?" oigamos la voz de un hombre joven diciendo:

- ¿Bueno?, ¡hola, habla Iván Pedrero!