julio 16, 2009

aprendizaje lingüístico a domicilio

En los últimos dos años y medio he debido aprender, muchas veces entre risas y otras en mera defensa propia, una gran cantidad de palabras que yo no sé si realmente existan, son invento familiar o simplemente surgen de la necesidad de decir algo sin que los demás se sientan agredidos, ofendidos o siquiera aludidos.
Ya antes había pensado hacer una lista con aquellos términos que mis padres decían frecuentemente y que muchos años después caímos en cuenta que los extraños al círculo familiar no comprendían.
No teníamos empacho en pedir en un restaurante "¿me da las simiricutanzas?" para acompañar al pozole, en lugar de tener que solicitar rábanos, cebolla, orégano, chile piquín y demás especies que suele usarse en dicho guisado... eran demasiadas palabras cuando una sola podía englobarlas.
También hacíamos burla cuando a las dos de la mañana el pater familia exigía su "piscolabis", que bien a bien no sabíamos si significaba "el bis" de la cena, un alimento entre comidas, un tentempie o simplemente el apodo dado a su gula.
Las "pichanchas", en cambio, eran todas esas cosillas que tenían alguna utilidad para la mecánica, la plomería, las reparaciones caseras, las herramientas de la bienamada "Rodolfina", los utensilios de jardinería y demás piezas para arreglar que seguramente tienen nombres particulares como llave, martillo, pinza, pala, rondana y empaque. Pero en este caso mi madre las sintetizaba en "pichanchas"... mejor si se trataba de piezas pequeñas.
Pero, como les decía, mi acervo lingüístico aumentó cuando conocía al ahora afamado "Yus", quien es capaz de mandar a todos a la "jojornia" sin el menor empacho; de extender la polisémica "pichancha" a la más genérica y ambiciosa "tarugada", y de expresar su desdén con la emblemática frase "no, pues miau".
El chico no se conforma con apodar a los objetos o seres con los que se topa en su camino; no, ha de dirigir sus misiles también contra sus nuevos familiares como "la Murci", "el Engendro", "el Gnomo", "la banda de los Pacos" y "la Número uno, uno, uno".
Eso además de agregar algún calificativo misterioso como "de po" para todo lo que considere una "po"-rquería. Si las cosas son peores dirá que está putrefacto.
Como me sabe alérgica a las vulgaridades y a las groserías no le ha quedado más remedio que sintetizar sus frustaciones con frases como "está de la efe" (aunque es más grave si está de la efe jojornia) o de plano hablar en inglés, que entiendo perfectamente pero prefiero reírme de cosas como “caca de toro” que enfadarme con otros términos.
Seguro hay muchísimas palabras más que el uso cotidiano las han hecho normales y comprensibles, pero describir cada momento en el que son utilizadas realmente sería desgastante. Así que por lo pronto lo dejaremos así. ¿Recuerdan alguna más?

2 comentarios:

patzarella dijo...

¡Ya puedes comenzar con un diccionario! jaja

Anónimo dijo...

Ya está la aburrida de tu amiga. Según el diccionario de la RAE, piscolabis es “una ligera refacción (comida) que se toma no tanto por necesidad como por ocasión o por regalo”, también echar una carta en un juego de naipes con lo cual se gana el juego, e incluso en México se usa como sinónimo de dinero (lo cual me asombra, a nadie le he oído usarlo así).
Tarugada no existe como tal en la RAE, pero tarugo es un trozo de madera o pan, generalmente grueso y corto, una clavija, un hombre de mala traza pequeño o gordo o una persona de rudo entendimiento. Supongo, por tanto, que tarugada es lo que hace como acción una persona con estas últimas características.
La pichincha tampoco existe en la RAE, pero creo recordar que Miguel lo usa como sinónimo de pivote, del sapo del WC o lo que te permite distribuir el agua de riego, algo así como el aspersor del jardín de casa. Sin embargo, ahora mismo no está, tendría que confirmártelo luego.
Así que no eran tan raras esas palabras, no como la que yo me inventé de pequeña: vacinicar, para el acto de tirar de la cadena del WC. Era más sencillo y más claro… creo!!
:(